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El Patio de mi Casa es particular para los niñ@s porque es un lugar dónde divertirse, dónde sentirse como en casa, un lugar lleno de juegos y juguetes para compartir con otros niñ@s como él/ella. Y también un lugar dónde aprender un montón de cosas nuevas sobre el mundo que les rodea.


El Patio de mi Casa es particular para las familias porque es un lugar dónde dejar a sus hij@s cuando tienen que ir a trabajar o cuando necesitan tomarse su tiempo. Es un lugar que les da tranquilidad y confianza porque saben que sus hij@s están bien atendidos, se lo pasan bien y aprenden. Es además un lugar dónde ell@s mismos pueden aprender valiosos trucos para crecer junto a sus hij@s.



jueves, 10 de noviembre de 2011

„DORMIR SIN (Y CON) LÁGRIMAS“ (POR LORETO B.GALA)

Se podría decir que el capítulo del „dormir“ es el más largo de todos los que entran en el gran „libro“ de la crianza. Tan largo que hasta a veces pareciera ser una historia sin fin. Pero afortunadamente, todos los capítulos acaban y los libros suelen acabar bien. Lo mismo pasa con la gran problemática con la que se enfrentan muchos padres por las noches. ¡Todo tiene su tiempo y todo se supera!
Como es un „gran capítulo“, he pensado que es mejor dividirlo en dos, ya que la diferencia de edad juega un papel importante en este problema. Una cosa es cuando hay dificultades para dormir en los niños lactantes y/o hasta dos años y otra es pasada esa edad.
Sin embargo, hay unos tips generales que sí se pueden aplicar para ambos.

- Actitud positiva: Todo son fases o etapas que se acaban. Como regla general, la actitud con la que los padres nos presentamos frente a los problemas que ocurren en la infancia va a favorecer o entorpecer el desenlace. Es por esto, que siempre hay que pensar en positivo: Generalmente, lo que les ocurre a nuestros hijos que para nosotros es un „problema“ es solo una etapa dentro del desarrollo psicológico del niño y como todas las etapas o fases, se superan. (No existe ningún niño que a los dieciséis años siga llorando por las noches y quiera dormir en la cama de los padres, ¡lo aseguro!). Todo son etapas que se van sucediendo. El saber con certeza que lo que está ocurriendo es solo „temporal“, ayuda a que los padres tomen la situación con más calma. Lo que pasa es que en la infancia las fases y etapas pueden ser más largas y son muchas cosas las que ocurren en un período de séis años. Se nos hace pesado, pero es señal de que los niños están creciendo correctamente.

- Rituales o hábitos: Los rituales antes de ir a dormir son necesarios para marcar ritmos. Estos hábitos que se hacen antes de dormir tienen que ser hechos por los dos padres. Cuando hablo de hábitos o rituales, me refiero a los acontecimientos que preceden al dormir. Por ejemplo: Primero la bañera, luego la cena, luego ponerse el pijama, luego lavarse los dientes, luego decir buenas noches, luego leer un cuento y por último apagar la luz. Todos los días, lo mismo. Ayuda a dar seguridad a nuestros hijos. Es como cuando nosotros vamos a volar en avión. El hecho de que existan ciertos hábitos o acontecimientos previos al despegue, nos da la seguridad de que estamos frente a algo „certero“, nos tranquiliza. Para los niños es lo mismo. La estabilidad (y/o rutina) es sinónimo de seguridad en los niños.

Es preferible que tanto el padre como la madre se vayan turnando las noches para ir a acostar a sus niños, respetando los ritmos y hábitos que preceden el sueño. Es importante que el niño se sienta seguro tanto con su madre como con su padre y que no tenga la preferencia de que uno de los dos lo vaya a acostar.

- Turnarse y mantener la calma: Cuando uno de los dos está al borde de la desesperación, hay que turnarse. Es el otro padre el que debe tomar las riendas. El niño siente la ansiedad de su madre o padre desesperado porque no lo logra dormir, se siente presionado, y así tampoco coincilia el sueño. Los niños tienen la asombrosa capacidad de percibir los sentimientos de los adultos y sobretodo de sus padres y reaccionan a nuestros estados de ánimo. Si estamos cansados o deseperados, porque llevamos 35 minutos intentando hacer dormir al niño a las 3 de la mañana... le toca al otro! Una vez papá, otra vez mamá... Lo importante es que el padre que esté de „turno“ no se muestre cansado, desesperado, enfadado o ansioso. Esa calma logrará apaciguar la ansiedad o el miedo del bebé.

- La oscuridad y los miedos: Durante las noches es cuando se „desatan“ los miedos. Y no solo eso: los miedos, las inseguridades, las ansiedades, los recuerdos del día son más grandes durante la noche... Lo mismo nos pasa a nosotros, que podemos estar por la noche dando vueltas a la cabeza a un problema y al día siguiente, de repente ese problema que veíamos tan atroz, es muy simple. La noche es muy oscura y la habitación del niño muy grande, o al menos así lo perciben ellos. Por lo tanto, necesitan de mayor comprensión. Esa comprensión ayuda a los padres a mantener la calma: lo que le ocurre mi hijo no es que no quiera domir o que se haya „malacostumbrado“ a dormir con nosotros. Lo que le ocurre es algo entendible y él necesita de mi consuelo y comprensión.

- La separación: A los niños les cuesta la separación, la mayoría hasta haber cumplido los seis años (es por eso que se cree que a partir de los séis años el niño podría estar tres cuartos del día en el colegio). Ellos saben que el irse a dormir significa separarse de sus padres. Hay una puerta y unas paredes entre ellos y él... ¡y no son invisibles! De la misma manera que hay niños que lloran todos los días cuando sus padres le van a dejar a la guardería, por que se separan de ellos, ocurre por las noches al dormir. Eso es importante comprenderlo. Al niño lo separamos de nosotros y lo dejamos en ese cuarto tan grande y oscuro. El niño que no se sienta aún seguro estando separado de su madre o padre, dormirá mal, o llorará en el cole... pero es lo esperable y no significa nada negativo. Cada niño resuelve la ansiedad de separación de manera personal y a su tiempo. Nosotros, como padres lo debemos fomentar y alentar, pero no olvidar lo difícil que es para ellos. Como en todo en la crianza: ellos necesitan de nuestra comprensión...

- Observar: No está mal ir observando cómo es el sueño de nuestros hijos. Si es que se despiertan porque tienen pesadillas, porque los pañales se han rebalsado, porque han cogido frío o porque pasan mucho calor, porque en la habitación hay demasiada o poca luz, si es que hay ruidos externos que los despierte (de los vecinos, de la calle...), si es que no se sienten „arropados“ en su cuarto ya que la manera en cómo está distribuida la habitación también puede ser clave. En fin, hay miles de razones que pueden estar entorpeciendo el sueño de nuestros niños.

Aquí también es muy importante detenerse para pensar: ¿qué ha pasado (o está pasando) que por la noche está durmiendo mal? Hay que observar en qué circunstancias el niño ha dormido mejor o peor. Qué está ocurriendo en ese momento que emocionalmente le pueda afectar al niño: un cambio de casa, salida de dientes, cambios constantes, viajes, ausencia de uno de los padres, conflictos familiares, peleas entre la pareja, pérdida o cambio de trabajo de uno de los padres... o incluso, el que haya empezado a ver más televisión. Luego de la observación hay que probar. Por ejemplo, ayer durmió con calcetines y no se despertó en toda la noche. A lo mejor se despertaba por tener los pies fríos. Entonces volver a probar ponerle calcetines.

- Ceder: Si no hay manera, y se despierta varias veces, cuesta dormirle, llora, grita, no se calma, lo mejor es ponerlo a dormir con nosotros. No sirve de nada intentar „educar“ cuando hay algo determinado que le está pasando a nuestro niño. Probablemente sienta mucha inseguridad y no son aún lo necesariamente maduros e independientes como para darse cuenta. Nos necesitan y nosotros les tenemos que apoyar. Además, el niño debe ganar confianza en el sueño. Si hacemos del sueño una pesadilla más, no logrará „aprender“ a dormirse. Terminará concibiendo el dormir como algo negativo. Primero deben tener confianza y luego se van introduciendo los cambios.

Por último, es importante concebir la situación como algo normal, propia del crecimiento y dejar de ver „el problema“. En los niños, generalmente, las conductas „no deseadas por los padres“ suelen perpetuarse si los padres empiezan a verlo como un problema, y sobretodo si se establece una temática entre ellos . Si le transmitimos la confianza en que el desarrollo de nuestros hijos es „normal“, ellos responderán con confianza en sí mismos.

METODOS, TEORÍAS Y CONSEJOS:

En cuanto a los métodos, es importante encontrar aquél que nos dé tranquilidad a nosotros como padres.

Hay padres que el método Estivill les ha funcionado a la primera y lo han concebido como una especie de solución milagrosa, ya que así ha sido. En cuanto a este método no podemos decir si es bueno o malo en sí, ya que hay padres que les ha dado seguridad frente al problema, lo que al final genera un resultado positivo.

Este método puede funcionar sobretodo en niños lactantes o antes de los séis meses, ya que al tratarse de la imposición de ritmos, el bebé aún es suceptible a el condicionamiento de cambios y ritmos. Sin embargo, pasada cierta edad (pasados los 8 meses) el niño es más consciente del mundo que le rodea y es mayor la ansiedad que genera este tipo de método.

De este método se puede aplicar la regla general, sin ser necesario leer el libro. El en fondo, lo que se intenta es „acostumbrar“ al bebé a dormirse solo y no en los brazos de la madre. La idea es teóricamente confiable, ya que se le hace al bebé lo que en psicología llamamos „desensibilización sistemática“: en un comienzo el bebé y la madre están juntos y de a poco la madre se va a ir alejando del bebé durante diferentes intervalos de tiempo (de manera creciente) hasta que el bebé se acostumbra a que la madre está, pero no necesariamente tiene que cogerle en brazos. Al bebé se le explica que tiene que irse a dormir, se le tranquiliza hablando de que los padres están cerca y que él no está solo; se le enseña su peluche favorito, se le dice que hay una luz encendida, etc. El bebé permanece en su cuna y la madre muy cerca de él, de la mano cogida. La madre se va y en cuestión de segundos, probablemente el bebé se ponga a llorar. La madre (o padre) vuelve inmediatamente y vuelve a repetir lo mismo anterior. El bebé volverá llorar, pero esta vez, la madre (o el padre) tardará unos segundos más en acudir. Esta segunda vez, la madre repetirá todo, pero estará más alejada del bebé (no le cogerá de la manita, por ejemplo) y cuando vuelva a llorar, se tardará un poco más en volver a acudir, y así sucesivamente. Si este método se repite durante unos días es probable que el bebé termine por „acostumbrarse“ a dormirse solo. En la fase de „acostumbramiento“ se pasa muy mal, porque en el fondo es dejar al bebé llorando. En esta fase los padres tienen que estar de acuerdo de que es eso lo que quieren y que no se van a angustiar. Si hay firmeza y cariño, el bebé puede sentir ese estado emocional de seguridad de sus padres, lo que puede ayudar a que el método funcione. Si por el contrario, los padres se angustian y lo pasan igual de mal que el bebé que está llorando, probablemente el método no es más que un error, que aumentará la inseguridad y ansiedad del niño, lo que a futuro probablemente perpetuará el problema.

La primera pregunta que hay que hacerse para querer aplicar este método es: honestamente, ¿quiero que mi hijo se duerma solo? ¿O prefiero que lo haga en mis brazos? La mayoría de las madres, con la mano en el corazón, preferirán que sus niños se duerman en brazos. Esa es una de las razones (según mi opinión) del porqué fracasa el método Estivill: no queremos hacer llorar a nuestros bebés y disfrutamos de ver cómo a ellos se le van cerrando los ojitos hasta quedar completamente dormidos. De todas formas, es un método más que se puede probar, si es que ambos padres están de acuerdo y no les genera angustia.

En mi época en Alemania, las enfermeras pediatras me recomendaban quitar la toma de pecho de la mitad de la noche y cuando se despertara el bebé, el padre le diera un biberón con agua. El argumento era que si se acercaba la madre, el bebé querría tomar pecho, que es la razón por la cual el bebé se despertaba a mitad de la noche. En cambio, si el padre se acercaba y le ofrecía un biberón, el bebé calmaría la ansia de succionar y no se sentiría „tentado“ de querer el pecho. Esta teoría parecía funcionarle a muchos padres. Sin embargo, el ofrecerle un biberón con agua (o manzanilla) como ellos recomendaban podría confundir al bebé generando más angustia. Coincido que quitar la toma de la media noche hacia los 3 o 4 meses, es una buena manera para que el bebé empiece a „acostumbrarse“ a dormir sin interrupciones. También coincido con que el padre es el mejor que puede „romper“ este círculo, ya que si la madre es quien coge en brazos al bebé, el bebé buscará el pecho para tener tranqulidad y la madre no se aguantará de dárselo. El padre es quien empieza el proceso de separación de los niños con respecto a la madre, y es fundamental para el desarrollo psicológico de los niños y de la madre, ya que a las mamás también nos cuesta tener que separarnos.

El bebé llorará, por supuesto, y gritará. Es otra vez donde tenemos que pensar con honestidad: ¿quiero esto para mi niño? Muchos padres prefieren pasarlo mal unas cuantas noches y son capaces de „aguantar“ el „sufrimiento“ de sus hijos. Esa actitud firme pero siempre con seguridad y cariño a la vez, genera al niño seguridad, lo que a la larga favorecerá un desenlace positivo. No podemos olvidar que cuando los padres están compenetrados, seguros de sí mismos como pareja y tranquilos, transmitirán todos esos valores a sus hijos también. Ese punto es clave para enfrentar todos los problemas en la crianza de nuestros hijos.

Por otro lado, fuera de métodos, es importante observar qué es lo que ocurre. Si hay suficiente luz o demasiada. Hay bebés que por lo contrario de lo que uno creería, duermen mejor a oscuras. Hay bebés que se sienten arropados teniendo peluches a su alrededor o una pequeña almohada, y hay otros que duermen mejor cuando la cuna está lo más despejada posible. No hay que intentar darle al bebé lo que a nosotros nos gustaría, porque ellos son un ser autónomo y no siempre van a coincidir las preferencias. A una madre le puede gustar dormir rodeada de almohadas y al bebé todo lo contrario. Es lo importante de la observación.

También es importante ver si la habitación es fría o muy calurosa. Generalmente, en bebés hasta un año y medio, es preferible tener la habitación a 18 grados. Los bebés suelen tener más calor que los adultos. El usar saquitos para dormir es una excelente solución para poder tener al bebé arropado en una habitación a 18°. Lo importante es que el tronco del bebé esté calentito y que al moverse no se destape. Hay saquitos de verano y de invierno que se pueden comprar en diferentes marcas que se venden en España. Os dejo algunos ejemplos:
- Petit Bateau
- Verbaudet (tienda online)
- H&M (solo de verano, lo que en España suele ser suficiente)
- IKEA

En cuanto a los bebés más grandes, los que ya han dejado de mamar o los que ya pueden salirse de sus cunas, el problema se afronta de manera diferente. A los niños se les puede preguntar y explicar qué es lo que les ocurre; tienen más noción de lo que es el tiempo (mañana, noche), por lo que es más fácil centrarse en hacerle entender qué ocurre y cómo solucionarlo.

En primer lugar, es muy importante cómo está distribuida la habitación, ya que el niño empieza a tener noción de los espacios y también fantasías. A muchos les da miedo estar enfrente de la puerta, ya que se piensan que puede entrar „algo“. Generalmente el poder estar entre „paredes“ da más seguridad. En IKEA, por ejemplo, venden un „techo“ con forma de hoja, que sirve para que el niño vea que hay un „tope“ y no se encuentre con la sensación de amplitud que muchas veces les da inseguridad. Esta marca también ofrece camas extensibles que se van ajustando al tamaño del niño, lo que también puede ser un factor a tomar en cuenta. Hay que probar nuevas maneras de distribuir los muebles y dónde poner la cama o cuna, ya que puede ser clave para que el niño se encuentre bien en su habitación.

Se les puede reforzar la conducta positiva y explicar para que ellos lo entiendan. Por ejemplo, recordarle: „si hoy duermes bien y solito, ¡mañana te compraré chuches!“ (los chuches, a veces pueden ser unos buenos aliados, si los usamos para determinadas situaciones). Cuando el niño ha dormido bien, se le recuerda, se le explica y por su puesto, darle el premio lo antes posible. Llegará un momento en el que quizás las golosinas dejan de ser interesantes, el niño no quiere dormir solo y prefiere „sacrificar“ los chuches con tal de estar con sus padres. Entonces, cambiar de refuerzo. Buscar qué es lo que le hace ilusión para poder „negociar“.

Recuerdo que una amiga aplicó una teoría de un libro, que era decirle a su hija que si dormía bien, al día siguiente vendría un ratoncito a dejarle un regalo. También es una manera de que funcione, aunque hay niños que el hecho de que „venga alguien“ le genera también un poco de susto. Pero todo es probar.

Por supuesto, hay que explicar: „Los papás estamos muy cerca tuyo, no nos vamos. Lo que pasa es que papá y mamá solo tienen una cama y no cabemos todos. Tú tienes la tuya, ¡qué suerte!“. Explicarle que no está solo, que está rodeado de sus amiguitos (peluches, o lo que el niño tenga cariño). Incluso, si se puede, hacerle dar golpecitos en la pared, y enseñarle cómo se oye de un lado a otro, porque están tan cerca. Enseñarle de a poco cómo el día se va haciendo tarde y acaba en la noche; el sol se va a dormir y sale la luna que es tan bonita y tan blanca, que nos acompaña, que existen las estrellas... en fin, acercarle al mundo de la noche, que es muy bonito y divertido también, y no es sólo oscuridad. „El sol se ha ido a dormir y por eso está todo oscuro, pero nuestra amiga la luna nos está cuidando, por eso que es tan blanca y brilla tanto“. Para las familias que siguen una tradición cristiana, el enseñarle al niño una oración (el Jesusito, por ejemplo) también les tranquiliza.

Leer cuentos puede tranquilizar a algunos niños, como por el contrario, los puede „despertar“ más. Sin embargo, hay cuentos que se trata sobre la noche, que grafica con imágenes lo que ocurre o acerca a los niños a entender que la noche es algo bueno también.

Cuando los niños se despiertan más de una vez, es inútil seguir intentado hacerle dormir en su cama. Probablemente haya tenido una pesadilla y no se sienta seguro en su lugar. Hay que darle primero la confianza de que si tiene miedo PUEDE irse a dormir a la cama de sus padres, que no está solo. Al día siguiente hay que explicarle lo que ha pasado y reforzarle el que se quede en cama. Si se trata de pesadillas pero el niño no puede explicarlo o no la reconoce como tal, se puede „despertar“ al niño encendiendo luces tenues y haciendo un recorrido por la casa, enseñando que todo está „en orden“, que los padres (y los hermanos) están en casa, explicarle que ha estado soñando, tranquilizarlo y volverle a acostar como de costumbre.

Lo que ocurre muchas veces cuando el niño se quiere pasar a la cama de los padres, es que uno de ellos (generalmente el padre) se cambia de habitación para dormir en otra cama. Por supuesto que es más cómodo para todos, ya que con los tres apretados en la cama se duerme mal y al día siguiente todos debemos estar lo más descansados posible. Sin embargo, el problema de esto es que el niño recibe un mensaje confuso acerca de los límites y lugares que corresponden en una familia. Los padres tienen su propia cama y los niños la suya a parte. Los padres son una pareja y necesitan su intimidad, su mundo de pareja. Los niños son la consecuencia del amor de los padres, pero eso no significa que ellos acaparen tanto nuestras vidas que terminen por consumir nuestras instancias de pareja. El encontrarse frente a un mundo de „a dos“ es para el niño positivo: genera reglas internas (no impuestas) y define límites. Estos límites y reglas internas las va adoptando el niño de manera sucesiva cada vez que se enfrenta a la pareja y ve que entre sus padres hay armonía, concordancia, firmeza y lealtad entre ellos. A la hora de dormir, es importante mostrar a nuestros hijos que nosotros como padres tenemos nuestro mundo de „a dos“.

Recuerdo que con nuestra hija nos pasó algo parecido: se venía todas las noches a nuestra cama y al final dormíamos los tres juntos, muy incómodos. Se me ocurrió decirle una noche, cuando nos fuimos a dormir que dormiríamos todos en la misma cama (la nuestra). Nos pusimos el pijama y nos fuimos a acostar. No cabíamos, nos golpéabamos sin querer, y nuestra hija no podía estirarse. Yo me enfadaba con ella, mi marido conmigo y ella con nosotros. Luego de 20 minutos de intentar dormir, nuestra hija se salió de la cama y dijo „ya está, me voy a mi camita“. Su padre la cogió en brazos y ella sola se despidió de mi. Durmió toda la noche sola. Con este ejemplo quiero retratar que muchas veces, el aplicar soluciones 180° (es decir, darle la vuelta al problema) funciona en los niños. Y al final, ellos mismos se dan cuenta de que los padres son „dos“ y ellos „uno“. Por supuesto que cuando hay hermanos es más fácil esta distinción porque se desarrolla la relación „fraternal“, dejando de lado el triángulo asimétrico padre-madre v/s hijo.

Es bueno aprovechar los fines de semana o vacaciones (sin salir de casa) para intentar „educar“ el sueño, ya que no tenemos la presión de que al día siguiente tenemos que trabajar o „funcionar“ desde temprano y podemos tomar decisiones calmadamente.


No quiero olvidar recordar que muchos niños tienen una fase de pánico nocturno o terrores. Los niños se ponen a gritar desesperados y pareciera que nada los calma, ni si quiera estar en los brazos de los padres. Es como si estuviesen „poseidos“. A muchos padres les da mucha incertidumbre esta reacción tan impredecible e incontrolable. Es muy difícil saber qué le está ocurriendo concretamente al niño. A veces es la salida de las muelas que los trastorna. Otras veces es simplemente que el niño está haciéndose más consciente del mundo que le rodea, de los peligros, de las frustraciones, de lo negativo. Por la noche todo se hace más inmenso, más incierto. Es importante no perder la calma. Dejar al niño llorar con los padres, si es que nada le consuela. El crecimiento de los niños también incluye las lágrimas. No podemos evitar que lloren y eso también les hace crecer. Se trata de que los niños también tienen que frustrarse y los padres tienen que aguantar esa frustración. Cuánto nos gustaría llenarles la cama de nubes de algodón y que las famosas ovejitas lo dejaran dormidito, pero la realidad es otra y nosotros como padres no podemos asegurarles un camino de rosas, pero sí intentaremos darle todo el afecto y la atención que necesitan. ¡El amor nunca sobra!


Loreto B. Gala
Psicóloga - Counselor